Si Me acosan no soy libre
- Disidentas
- 22 oct 2018
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 25 jun 2019

La primera vez que me acosaron en la calle fue cuando iba en la secundaria, tenía 12 o 13 años, eran casi las 7 de la mañana, el camión iba lleno y entre apretones, alguien me agarró fuerte la nalga, volteé asustada para ver quien había sido, pero no supe, había varios hombres a mi alrededor, creo que no hubiera cambiado nada el saber quien era el acosador, en ese momento no tenía el valor de reclamar ni de gritar, no supe qué hacer, llegué a la escuela sintiéndome mal, sintiéndome tocada, a seguir una vida “normal”. A denunciar, gritar y defenderme aprendí después de varios acosos callejeros, tristemente hoy, a mis 33 años, voy caminando en la calle a la defensiva y con miedo.
La anécdota de la agarrada de nalga la cuento como la primera vez porque me tocaron sin mi consentimiento, alguna vez cuando tenía 8 o 9 años iba a las tortillas y vi a un señor masturbarse en su taxi, él vio que lo vi y no hizo nada, siguió tocándose, me asusté y me fui corriendo a mi casa y así podría seguir contando historias de las veces que me han acosado, no las recuerdo todas, porque son muchas.
Según datos de ONU Mujeres, en la Ciudad de México 9 de cada 10 mujeres han sufrido actos de violencia en el transporte público(1) y este tipo de agresiones tienen altas tasas de agresores desconocidos.
Tristemente, revisar este dato, no me sorprende. Y es que para nosotras el acoso callejero es una constante, al punto que lo normalizamos, basta con salir de casa para que un hombre desconocido, o conocido, me mire lascivamente, me diga algún “piropo” o me toque. Nadie se salva de ser acosada en esta ciudad, en este país, incluso en otros lugares del mundo hay denuncias de acoso callejero. El acoso callejero es universal.
El acoso callejero violenta el pleno ejercicio de nuestros derechos y de las niñas, afecta la integridad, seguridad y dignidad, además de limitar nuestra movilidad; es común que las mujeres pensemos en qué ropa usar considerando si vamos solas o acompañadas, si utilizaremos el transporte público, si caminaremos en la calle por determinada zona, etc. Es común para nosotras escuchar “si me voy a subir al metro, no llevo falda”. No es libertad no poder usar la ropa que quieres porque tienes miedo a que te acosen, no es libertad caminar en la calle teniendo miedo a que te toquen o te violen ¿O sí? El miedo no es casual, desgraciadamente en muchos casos mujeres han sido violadas, y no fue, como muchas personas lo piensan, por ir solas, o por vestir de determinada forma, fue porque un hombre decidió agredirlas, violentarlas y sentirse dueño de ellas.

También hay hombres acosados, sin embargo, las mujeres somos más vulnerables al acoso sexual por el contexto sociocultural machista en donde las mujeres somos vistas como objeto de placer sexual para los hombres, estadísticamente del total de viajes que realizan las mujeres el 73.9% es en transporte púbico, mientras que en los hombres es de 63.7%. (2)
Hasta ahora, los esfuerzos por parte del Estado para solucionar este problema no han sido suficientes, puede ser que los camiones y taxis para mujeres o la separación del metro ayuden a que no tengamos miedo de que nos acosen sexualmente mientras usamos estos servicios públicos, pero el miedo regresa cuando dejamos de estar en éstos. Si bajamos del vagón exclusivo para las mujeres, en el espacio común, regresa el miedo y la inseguridad, porque nos volvemos a encontrar con los acosadores, en las zonas mixtas del transporte publico vuelvo a tener miedo de que me toquen, se me acerquen o me digan cosas.
La solución al problema del acoso sexual callejero no sólo radica en cuidar y proteger a las mujeres porque nosotras no somos el problema, el problema son los acosadores, los que deciden acosarnos, violentarnos y violar nuestros derechos, ellos son los causantes del problema, ellos aprendieron a acosar porque viven un contexto machista que los obliga a vernos a las mujeres como objetos de deseo y satisfacción sexual.
¿Por qué nos acosan? ¿Qué los orilla a hacerlo? Según el Diagnóstico Sobre la Violencia contra las Mujeres y las Niñas en el Transporte Público de la Ciudad de México, los hombres naturalizan la violencia sexual a partir del estereotipo de masculinidad dominante y argumentan que la vestimenta de las mujeres justifica ciertas acciones. Lo anterior significa que, los acosadores violan nuestros derechos para reafirmarse como hombres satisfaciendo sus necesidades a partir de la denigración de las mujeres; cuando un hombre toca a una mujer en la calle o le grita cosas se siente más hombre y eso lo aprendió de una sociedad que reprime y cuestiona su masculinidad.
Por más intentos que se hagan para prevenir y erradicar el acoso callejero, si no se ataca el problema de raíz, los esfuerzos serán insuficientes, ellos seguirán reafirmando su estereotipo de masculinidad dominante mientras violan nuestros derechos. Las niñas de las próximas generaciones serán acosadas, como nos pasó a muchas de nosotras la primera vez, porque fue desde niñas que nos pasó, un día saldrán a la calle y un hombre las va a incomodar con una mirada, un comentario o un tocamiento, por más que las protejan y las cuiden, los acosadores seguirán ahí, violentando sus derechos, quitándoles su libertad.
Referencias:
1. ONU MUJERES, Mejorar la seguridad de las mujeres en la Ciudad de México, 2016, [En línea] Disponible en: http://www.unwomen.org/es/news/stories/2016/11/improving-womens-safety-in-mexico-city
2.INEGI, Encuesta Origen-Destino, 2007. [En línea] Disponible en:
http://inmujeres.cdmx.gob.mx/storage/app/media/Foro%20Global%20Ciudades%20Seguras/Diagnostico_Ciudades_y_Espacios_Publicos.pdf
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